¿Cómo el culto a San Martín de Porres se extendió en el mundo?


Culto al santo peruano está presente en varios continentes. Historiadora chilena Celia L. Cussen lo investigó a profundida


Creditos: Diario el Comercio
09 de Novimbre de 2016

  • José Miguel Silva
  • Periodista
Dos décadas les tomó a la historiadora chileno-estadounidense Celia L. Cussen investigar sobre Martín de Porres, uno de los santos más emblemáticos de este país y que, quizás para sorpresa de algunos, es objeto de culto en casi todos los continentes. Los resultados  de este trabajo han sido publicados en “Martín de Porres. Santo de América”, libro presentado por el Instituto de Estudios Peruanos en la reciente Feria Ricardo Palma.

La obra logra un acercamiento pormenorizado sobre aspectos hasta hoy desconocidos de Martín de Porres, apuntes sobre su lado familiar y datos sobre las dificultades que debió sortear hasta llegar a ser reconocido como santo de la Iglesia Católica en 1962.  Asimismo, esta publicación –originalmente lanzada en 2014 en inglés bajo el título “Black Saint of the Americas” (Cambridge University Press) —consigue ir más allá de la vida natural del referido personaje, mostrando así las claves de su expandida devoción en varios rincones del planeta.

Aquí nuestra charla con la historiadora Celia L. Cussen sobre “Martín de Porres. Santo de América”, libro a la venta en las principales librerías de Lima.

-En el libro usted dice que el culto a los santos es una ventana al imaginario de una sociedad católica. ¿Qué representa el culto a San Martín de Porres en la sociedad peruana?
Creo que Martín es una ventana a lo que significó en un primer momento el barroco en Lima, que es una época peruana de muchísima imaginación en la que la gente era capaz de inventar símbolos nuevos o ubicar héroes que eran como un pararrayos y que consolidaban muchos sentimientos, ideas y realidades sociales de la época. Hay que tener en cuenta que la Lima de 1630, durante la época de San Martín, tenía una mitad (de su población) afro descendientes, y por lo tanto un santo negro tenía mucho sentido en ese momento, y yo creo que fue el resultado de un impulso muy católico pero también de una mirada social amplia que existía en ese momento. Entonces, de ahí él siguió una trayectoria captando nuevos significados en el tiempo. En el siglo XIX, San Martín fue una especie de símbolo de la abolición del tráfico de esclavos y de la esclavitud, y en el XX fue como una persona que encapsuló muy bien las ideas de la opresión de los afro descendientes en América. Es así como justo en su canonización se le reconoce como el santo de la justicia social, de lo universal que es la Iglesia.

-¿Qué problemas aquejaban Lima hace 400 años?
Los problemas que había entonces tenían que ver mucho con el mestizaje, con una población muy mezclada de indígenas que venían de la sierra a trabajar a Lima, de los criollos que ya se sentían en su propia patria y no tan españoles, y también de los esclavos africanos que llegaron a trabajar en casas, obrajes, talleres. Era una sociedad muy mezclada en donde el problema social principal era cómo entender precisamente esa mezcla. Me parece que se abrió un espacio para entender y resolver lo que pasaba a través estos símbolos y figuras.

-¿Se podría decir que en un inicio la iglesia rechazó el culto a San Martín de Porres?
No creo. Él tuvo un apoyo muy grande desde el comienzo. Vivió 40 años en el Convento de Santo Domingo y la jerarquía de los Dominicos le tenía mucho respeto. Ellos y sus familias, que veían en Martín a su sanador y amigo, fueron los que promovieron su culto. Hubo mucha presión. Sin embargo, la Iglesia se demoró mucho en reconocerlo oficialmente. ¿Por qué? No creo que fue tanto por culpa de Roma. De hecho, los primeros testimonios llegaron a Roma desde Lima y fueron estudiados por la congregación de los ritos, y ellos dijeron que sí valía la pena volver a investigar, recoger más testimonios con más preguntas, y enviaron un interrogatorio de regreso a Lima. Lamentablemente, el barco en el que viajaban los papeles se hundió en el Caribe. Hubo una demora porque había que sacar copias de los testimonios. Luego llegarían al Vaticano pero hubo una cierta desviación de la atención. Santa Rosa de Lima fue canonizada, varios santos peruanos fueron declarados venerables, pero creo que ese impulso de los criollos peruanos hacia sus santos en algún sentido languideció. En 1773 fue declarado venerable, es decir, se le reconoció como una persona con virtudes de nivel heroico. Luego SMP tomó nuevos aires en el siglo XIX con la abolición de la esclavitud, donde surge la relevancia de una figura como él por sus orígenes africanos.

-Más allá de lo anecdótico, y este es un tema que usted menciona en su libro, ¿qué representa la imagen de San Martín haciendo comer de un mismo plato a un perro, a un pericote y a un gato?
Un fraile que conoció a Fray Martín cuenta ese episodio en 1663. Él dijo que Fray Martín tenía la capacidad de hacer entrar en razón a los animales, que llegó a dominar a un toro bravo en un convento. Asimismo, según él, Martín pudo calmar a animales como perros y aves. Con el tiempo esto se fue transformando, y ya en el siglo XX se le vio trabajando la convivencia entre las tres razas peruanas. Y ese fue el énfasis que le dio Ricardo Palma en una de sus tradiciones peruanas.

-¿Hasta dónde llega el culto a San Martín de Porres a nivel internacional?
Me ha sorprendido mucho encontrarlo en varias partes del mundo. En Europa, en toda América Latina, también en muchas partes de Estados Unidos e inclusive en Asia. Al parecer, donde iban los dominicos llevaban al santo en el bolsillo. Y por cierto, hay que mencionar que también lo llevaron al África. Es un culto que llegó a ser muy universal en el siglo XIX. Hubo muchas traducciones de la hagiografía tradicional de San Martín de Porres a distintos idiomas. En algún momento incluso los negros de Estados Unidos conocen a este peruano y lo ven como alguien que les interesa por ser un ejemplo de que hasta un afro descendiente puede llegar a ser santo. Incluso se formó una capilla en Washington D.C a nombre del beato Martín de Porres, pidieron fondos a Abraham Lincoln para hacer una kermés en la Casa Blanca. Ahí sacaron fondos para construir una escuelita donde los niños afro descendientes pudieran estudiar, porque no estaban admitidos entonces en escuelas públicas.

¿Aún existe ese colegio?
Ese colegio tuvo que cambiar de nombre porque llegó a independizarse. Pero debo decir que actualmente en Estados Unidos hay 50 parroquias con el nombre San Martín de Porres.

¿Cuál fue la etapa más difícil del proceso que devino en Fray Martín de Porres convertido en santo? Esto si lo comparamos con, por ejemplo, Santa Rosa de Lima.
Santa Rosa de Lima gozó de la unanimidad, como bien ha estudiado Ramón Mujica. Ella captó el interés de la gran mayoría de peruanos, especialmente en Lima. Martín de Porres fue más una figura de los dominicos, y es bien difícil saber quién se opuso a su culto porque ellos no dejan por escritos sus reclamos, pero asumo que su color no le habrá favorecido entre ciertos sectores. Es indudable que se demoró más por ese factor.

Usualmente los libros sobre santos son escritos por católicos practicantes que solo buscan elogiar el lado bueno, sin mirar al personaje  de forma global. En ese sentido, ¿cuál cree usted que es el gran aporte de su investigación?
Creo que el aporte es que le pongo carne a los huesos de este santo y trato de verlo como un hombre. Investigué mucho sobre su familia. Pude conocer que tuvo un hermano en Guayaquil, porque su padre se casó con una criolla en dicha ciudad. Martín tiene una vida familiar muy profunda y detallada. Y creo que otro gran aporte es la explosión de su culto en el siglo XX y todo mirado desde los documentos y no desde la fe. Respeto mucho la hagiografía, pero este libro es un intento de mirarlo más bien desde el ángulo de la historia y sin tantos detalles religiosos.

Estamos en un país con gran proporción de católicos. ¿Cuándo conoció de la existencia de San Martín de Porres?
Mi infancia la llevé en colegios católicos. Yo era muy devota de todos los santos y Martín de Porres era uno de ellos. Ahí lo conocí. Pero mi segundo contacto, y el que motivó esta investigación, se dio en 1983, cuando vine a Lima como turista y conocí su culto en Santo Domingo. Como adulta ya lo vi con otra mirada. ¿Cómo llegó a ser santo una persona de orígenes africanos y en el Perú? Eso me obligó a investigar durante dos décadas en muchos lugares. Por entonces la mayoría de santos eran criollos, blancos, obispos, fundadores de órdenes religiosas o personas con educación.

¿Para qué público está dirigida su investigación?
Quisiera que lo lean mis colegas académicos pero también hice un gran esfuerzo para llegar al público en general, a los laicos, a los devotos de San Martín de Porres y también a los que no lo conocen. Traté de hacer el libro atractivo para que sea una ventana que permita conocer parte de la historia peruana y de los descendientes en América.

¿Tiene algún otro proyecto parecido que esté trabajando en el presente?
De la mano de Fray Martín de Porres llegué al tema de la esclavitud y actualmente estudio la esclavitud urbana en Santiago de Chile. Y este es un lugar que, a diferencia de Lima, donde se negaba y aún se niega la existencia de esclavitud. Y como hoy en dicho país hay una inmigración afro latinoamericana muy fuerte, me parece importante mostrarles a los chilenos la presencia de los afro descendientes en su país. Espero terminar pronto un libro sobre ese grupo en Santiago.